domingo, 22 de noviembre de 2015

A veces, el silencio puede llevar implícita una realidad…


 Escrito el 19 de agosto de 2015, a la (s) 17:57


«Atanasio Buendía Santaolalla era un hombre centenario que, cómo cada mañana, salió de su casa y dirigió sus pasos hasta la esquina que está junto al 18 de Julio (Centro de Salud Miranda Oeste) algo que venía siendo habitual en él desde hacía más de sesenta años…, con el propósito de mirar las esquelas que aparecen en el cartel anunciador: por si acaso hay algún conocido y acudir a su entierro...

Unos metros antes de llegar al lugar, se extrañó que junto al tablón informativo se hallaran muchos conocidos y aligeró el paso con la intención de salir de dudas:

   —Buenos días —dijo con voz gastada—, ¿quién se va hoy para el patatal?

Nadie le respondió y arremetiendo contra ellos volvió a repetir lo anteriormente dicho por él: pero con voz altiva y soberbia. Al obtener la misma respuesta se posicionó delante de los demás, y al ver la esquela se quedó atónito, y llevándose las manos a la cabeza, con ademán de desesperación gritó más que hablo: «¡Por favor!, decidme que no es cierto lo que ven mis ojos» —Ante la misma respuesta, es decir, el silencio: decidió retornar a su domicilio cabizbajo y meditabundo sin despedirse de ninguno de los allí reunidos, al llegar a su hogar, se dirigió hacia el dormitorio y una vez allí se introdujo en el frío y rígido cuerpo  que yacía sobre la  cama en decúbito supino».


2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. «¿Serías capaz de imaginarte en su situación?».

      Gracias por la atención. Espero y deseo no aburrirte con mis escritos.

      ¡Feliz día!

      Saludos.

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