sábado, 12 de diciembre de 2015

El árbol frondoso...

Escrito el 17 de mayo de 2013
El árbol se hallaba complacido por los beneficios que obtenía de manera gratuita del río, sin importarle que para ello tuviese que sufrir el transito de las personas. Aquellos seres que le veían útil solo por el hecho de que a través de sus ramas podían acceder directamente al agua. Gozando y disfrutando con la sensación que a estos le causaba la distancia existente entre la rama y el agua. El árbol se sentía dichoso y ni siquiera le importaba que para ello fuera preciso ser desprendido de algunas de sus ramas, con el fin de facilitar el paso y el disfrute de los humanos. Es más, se sentía un árbol privilegiado por el hecho de disponer de todo el agua necesaria para saciar a todas y cada una de sus raíces. Eso mismo le había permitido crecer rápido, fuerte y frondoso.

Recordaba con alegría, que tiempo atrás bajo él habían sesteado en verano; al resguardo de su majestuosa, refrescante y placentera sombra: infinidad de ovejas, vacas y caballos que habían acudido a él para liberarse de picores y calores, además, de haber sido durante años el lugar elegido por un par de parejas de escandalosas, traviesas y atrevidas picazas. Por todo ello se sentía este aliso dichoso, y aún más si cabe, por haber sido testigo directo de como otros de su especie yacían inertes; con sus ramas pudriéndose dentro del agua, sin haber saboreado el calor y el candidez de los demás seres vivos.

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