lunes, 18 de enero de 2016

¡Ahí va eso...!






La realidad es que a veces me sorprendo hasta de mi comportamiento, unas por mostrarme tan frío como un invierno polar, tan calculador como un matemático, tan visceral y dañino como la lava que es vomitada cuando, por lo que sea, se remueven los entresijos de un volcán; otras, en cambio, me muestro apacible, generoso, humanitario…, pero no es eso lo que me preocupa, sino la conclusión a la que he llegado: que ni siquiera depende de mí alcanzar las metas propuestas. Que mi matrimonio corre el riesgo de naufragar antes de que la muerte nos separe si se da la circunstancia de que pueda aparecer una tercera persona o incluso que sea mi esposa quien decida cómo, cuándo y hasta dónde… Que, independientemente de lo feliz que me siento al escribir y compartir lo que veo, vivo, pienso y siento, es más fácil que al final sea reconocido como un vulgar escribidor en vez de verme tal y como lo que soy: un albañil aficionado tardíamente a leer y escribir… Y, a pesar de que podría extenderme incluso más allá de la realidad, voy a quedarme aquí por considerar que para quién lo quiera entender: será más que suficiente.



No hay comentarios:

Publicar un comentario