miércoles, 17 de agosto de 2016

Primera parte, episodio 5, Atrapados en la red





Bienvenidos al foro de la Amistad.
Creado por Juan:

   ...—Juan: Hola, buenos días amigos/as, os recomiendo que no le deis más importancia al asunto y sigamos adelante con el propósito de estar entretenidos, tal y como si estuviésemos reunidos en casa con la familia. Bueno y, si os apetece, seguiré contando mi historia:
Comencé a trabajar en una multinacional, dedicada, a la fabricación de poliéster y resinas que está ubicada en Miranda de Ebro (Burgos). Allí estuve durante cuatro años, aunque de vez en cuando bajaba a visitar a mi familia, en especial a María Jesús y, al que cada visita le veía más grande, mi deseado y queridísimo hijo. Corrían tiempos difíciles y el trabajo en mi ciudad era un bien escaso: así es que no me quedó otra que dejar a la familia en el pueblo, pero mantuve el contacto con ellos a través del teléfono y, más o menos, cada dos meses regresaba para pasar juntos el fin de semana. Recuerdo aún con rabia que, en uno de los desplazamientos, al llegar a casa de mis padres, me enteré por mi madre, que mi padre estaba hospitalizado, que llevaba casi un mes y nadie me había comentado nada. Me enfadé mucho y, a pesar de que no guardo buenos recuerdos de él, no dejaba de ser mi padre y como tal sentía cariño por él. Recuerdo que estando en la habitación del hospital, al acercarme para besarle, se arrodeó y, sin mirarme siquiera, me escupió a la cara. /Vete de aquí sinvergüenza, ¡que eres el culpable de todo lo que me ocurre!, y no quiero saber nada de ti. /Ante aquellas palabras, no me quedó otra que marcharme de allí llorando a lágrima viva: sin saber siquiera el porqué. Regresé a casa junto a mi pequeño y mi mujer, ellos eran lo mejor que hasta entonces me había sucedido en mi vida. Al día siguiente, a mediodía, tomé el tren con destino a Miranda de Ebro, tenia que seguir trabajando para poder mantener a mí esposa e hijo. Recuerdo, como si sería ayer mismo, que durante toda la semana estuve en contacto telefónico con mi hermano José y cada vez que le preguntaba por mi padre, él me decía, que no me preocupase que todo iba bien y yo le respondía que, dale de mi parte muchos besos y a madre también. /No te preocupes hermano, se los daré de tu parte. /Aquellas conversaciones me hacían sentir tranquilo y me permitían seguir trabajando con bastante normalidad y, a pesar de que los días trascurrían más lentos que una hilera de orugas procesionarias, como el tiempo es algo que no espera por nada ni por nadie: llegó el día de retornar a Extremadura. Por el camino, iba pensando en como la vida me sonreía por un lado y me castigaba por otro y, sin apenas darme cuenta, llegué a mi pueblo. Nada más entrar en casa, /Hola cariño, tienes que ir enseguida a donde tu madre, ella te contará me dijo María Jesús. /Hola mi amor, ¿tan importante es lo que me tenga que decir mi madre, para que ni siquiera nos demos un beso?, la pregunté. /Yo, no sé nada y será mejor que te lo cuente ella, ya sabes que no me gusta meterme en asuntos de tu familia. /Está bien, ahora iré para allá. /Hola madre, la dije para saludarla y, después de darla un montón de besos, ¿qué es lo que tiene que decirme con tanta urgencia?, ¿padre no está?, ¿cómo sigue? /De él quería hablarte, me dijo echándose a llorar, tu padre ha fallecido hace una semana. /De repente, sentí como si el mundo se me echase encima. ¡¿Pero cómo es posible?!, si he estado hablando cada día con José y siempre me ha dicho, que todo estaba bien. No entiendo por qué me ha tenido engañado todo este tiempo. Mi madre se abrazó a mí temblando y entre lágrimas me dijo. /Ya sabes cómo era tu padre y él era consciente de que se moría y nos prohibió que te lo dijésemos. Qué tu presencia no era precisa y que nunca te perdonaría el no haberle hecho caso en tu juventud. Pero aún hay cosas que debes saber, hijo mío. /¿Que más cosas he de saber? Tu padre, antes de morir, les ha dado todos los ahorros a tus hermanos con el fin de que no hubiese nada para ti. /¿Eso es todo, madre? No se preocupe por ello, tampoco quiero nada de él. Bueno, tan solo que me hubiese dado algo de cariño y en cuanto a lo del dinero, ya sabe usted que para mí no es importante y nunca he tenido interés por él y, a todo esto, ¿usted, tiene suficiente para salir adelante? /Sí hijo, por eso no te preocupes y tú, ¿qué vas a hacer? /¿A qué se refiere, madre? Con tus hermanos, a eso me refiero, hijo. /No se preocupe madre, seguiremos como hasta ahora, ellos tampoco es que me quieran mucho, pero son mis hermanos y yo si les quiero y no les guardo ningún rencor por como me trataron, soy consciente de que ellos tan solo obedecían a padre. Y en cuanto al dinero de la herencia que se lo queden: no quiero nada que no me corresponda. Después de aquel desagradable encuentro, me volví a casa a terminar de pasar el fin de semana junto a mi pequeño y esposa. /El lunes me incorporé de nuevo al trabajo y, además de estar dándole vueltas al asunto y no conseguir descifrar el porqué de tanta maldad en mi propia familia, estuve nervioso durante toda la semana, pues, al llegar a la fábrica, la empresa nos comunicó que a mediados de mes, tendríamos que disfrutar las vacaciones anuales, ya que había bajado considerablemente la demanda de mercado. /Recuerdo que aquel sábado era el último día de trabajo y no sé, si por los nervios o por la alegría de regresar junto a los míos, pero el caso es que, al disponerme a bajar desde la torre de la autoclave, tuve la mala suerte de resbalar y caer al vacío desde una altura de unos quince metros más o menos y me rompí una pierna por el fémur y la otra, además de la rótula y el menisco, me destrocé el tobillo. /Recuerdo con amargura, que, además de que la empresa apenas se preocupó de mi estado de salud durante el tiempo que estuve ingresado en el hospital, al entender esta  que, posiblemente, no podría volver a trabajar con la misma agilidad y, por consiguiente, mermada mi capacidad: la productividad se vería afectada. Para mi sorpresa, optaron por despedirme. Aquello me sentó como un tiro por la espalda, no encontraba justo que ese fuera el pago por haberme portado bien en todo momento y haber trabajado tanto como si en ello fuese mi propia vida; pero aún fue mayor la sorpresa, cuando descubrí que la causa de mi despido era por haber querido engañarla fingiendo un accidente laboral; ya que según ellos, supuestamente, había ocurrido la noche anterior fuera de la fábrica y, por lo tanto, antes de comenzar a trabajar: tratando de evadir sus responsabilidades. Pero, a pesar de que soy una persona apenas sin estudios, decidí que no era justo y lo puse en manos de un abogado. /La empresa, al ser una multinacional, contaba con buenos abogados, lo que dificultó aún más las cosas; pero ellos no contaban con algo que mi representante había conseguido tras hacer un llamamiento público a través de una emisora de radio local. /Durante el juicio fueron llamados a declarar dos vecinos de Miranda de Ebro, ¡nunca olvidaré sus nombres!, Francisco y Zacarías, (dos desempleados de larga duración, según me hicieron saber ellos mismos mientras esperábamos en una de las salas de espera del juzgado), que por casualidad se encontraban dando un paseo por las inmediaciones de la fábrica y fueron testigos directos del fatídico accidente y, gracias a ellos, pude, por fin, librar la dura batalla, y una vez más: “David pudo vencer a Goliat”. /En la sentencia, me dieron a elegir entre una cantidad de dinero, por cierto, bastante elevada para la época, o una pequeña pensión vitalicia y como soy una persona que creo que el dinero no lo es todo en la vida, pues, elegí la pensión: que una cosa es no tener estudios y otra muy distinta es ser tonto. /Al jubilarme, sintiéndome aún joven, decidí ponerme a ayudar a quien lo necesitase y me hice voluntario en Caritas, Protección Civil, ONGs, etc. He participado en campañas para: recoger alimentos y ropas para el pueblo sahariano; tramitando papeles y ayudas para extranjeros, personas desahuciadas; revindicando los derechos de trabajadores despedidos de manera improcedente; solicitando viviendas para los más necesitados. He invertido muchas horas en esas cosas e incluso algunas veces he puesto incluso parte de mi dinero, para que luego muchos se riesen de mí, diciendo que soy un pobre analfabeto, que estoy loco, o que si me creo el Dios de los desamparados. /También he militado en un partido político de mi pueblo, donde presenté proyectos para generar empleo en la zona e intenté hacer campaña para que las personas sean conscientes del deterioro que está sufriendo el medio ambiente. Siempre con el propósito, que las personas seamos como hace años, donde los vecinos parecía que fuésemos familia y cuando alguien necesitaba algo, enseguida, entre todos se conseguía. En fin, siempre luchando por un Mundo mejor. Y por cosas como esas que dicen que estoy loco, algunos se aprovecharon de mis proyectos para generar empleo y pasaron como ideas suyas; pero al darme cuenta de que esas personas, la gran mayoría de ellos, solo miran por sus intereses, sin preocuparles en absoluto los demás seres humanos: decidí hacer las cosas por libre y a mi manera…

   —Empresario: ¡Oye tú, gañan! Más vale que en vez de defender a todos y contarnos tu asquerosa vida. Te dedicases a aprender a escribir, que es mucho el daño que causas a la vista con tu manera inculta de escribir.
Te recuerdo que hay programas que ayudan a corregir las faltas de ortografía. No sé que pretendes con tus largos y extensos escritos sobre el comportamiento humano. ¿Acaso te crees un Dios? ¿O es que te has propuesto arreglar el Mundo tu sólito? Déjanos ya de dar la tabarra, zote.

   —María: Buenas tardes a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, considero que el comportamiento de este engendro, no puede ser otro que el de un sanguinario envidioso.

   —Juan: ¿Envidia?, no creo que ese sea el motivo.

   —María: Envidia, sí y no es de tu vida, sino de tu forma de atraer a las personas en este medio.

   —Juan: Pero, yo hablo de mi sin que por ello me tengan que alabar.

   —María: En ti, se puede apreciar que eres una persona sencilla, que amas la verdad y muy respetuoso con los demás.

   —Juan: Pero ellos siempre se burlan de mí, incluso me insultan diciendo que soy un mentiroso y que me invento las cosas para atraer a las chicas de Interchat. ¡Que más quisiera yo, que llevar una vida, aunque, solo fuese normal!

   —María: Amigo, no te aflijas por ello, que, cuando alguien está falto de argumentos o razones tiene que recurrir a los insultos y las mentiras: aquí, ya nos conocemos todos y sabemos de qué pie cojea cada uno y por mucho que se quieran ocultar, siempre se acaban sabiendo las cosas... Así es que tú estate tranquilo.

   —Jessica: No hagas caso, Juan, pienso que el que no respeta tampoco él lo merece. Y que mayor “desprecio que el no hacer aprecio” tú debes ser tú mismo y lo que opinen de ti los demás no te ha de preocupar...Yo, no valoro tus faltas de ortografía, pues todo el mundo las comete y lo que verdaderamente es importante es el contenido del mensaje y no así las formas. Esto te lo digo sinceramente y espero que mis palabras, sirvan para que ¡sigas adelante! eres una persona maravillosa y eso lo importante.

   —Juan: ¡Ya está bien! El daño moral que me están causando, no creo merecerlo. Si cometo faltas de ortografía es porque no pude estudiar cuando niño y aparte ando muy mal de la vista. No creo que por eso me tengan que lapidar. Os puedo asegurar que cuando he ido a prestar mis servicios como voluntario en diferentes estamentos sociales y cuando he donado mi sangre, que soy donante desde hace 30 años y tengo varios premios como atención por mis elevadas donaciones, ¡jamás me preguntaron si tenía estudios!, y no creo que sea tan grave eso de no tenerlos, ¡ojalá!, pudiese expresar correctamente lo que verdaderamente siento!

   —María: ¡Animo amigo! No le hagas caso, él solo pretende causarte malestar, ¡Vergüenza le tendría que dar!, atacar así a una persona indefensa como tú, que te preocupas de la naturaleza, por el bienestar social de los demás y ayudando allí donde te necesitan. ¡Siéntete orgulloso de todo ello!, eres un Ángel y tú lo sabes...

   —Juan: Solo soy un pobre hombre que es consciente de que existen hombres sin estudios que son respetuosos y de buen corazón y también de que los hay que con estudios que son personas sin educación y sin sentimientos que se meten con los débiles, creciéndose para ridiculizarles y, en cambio, son unos cobardes cuando hay que luchar por los derechos de los demás.

   —Amor de madre: ¡Hola amigo! a veces, las personas que estudian y tienen títulos de “profesionales “no conocen lo que es la educación, son groseros e incluso insensibles al dolor ajeno, no son todos , pero sí más de la cuenta. Por eso pienso que estudiar está muy bien y nos da entre otras cosas conocimientos y cultura. No obstante, creo que la clase no son los estudios quien la otorga “con la clase se nace”, y tú, amigo, sigue así: que ya sabes lo que opino de ti.

   —Juan: ¡Gracias amiga! Tus palabras son un consuelo para mí. Yo siempre trato de opinar humildemente respecto a mis experiencias en la vida y así, poder compartir o debatir la opinión con los demás.

   —Amor de madre: Pues si, hay que dejar que cada cual diga lo que piensa y respetar su opinión, aunque no estemos de acuerdo y eso se llama Libertad de expresión, un derecho que todos los seres humanos tenemos reconocido y que han de respetarlo.
Además pienso que se puede decir todo lo que piensas, siempre y cuando se trate desde el mayor de los respetos.

   —Juan: Amigas, ¡os agradezco enormemente!, vuestras palabras, por unos minutos me hicisteis pensar que: la vida es maravillosa y que deseo volver a coincidir con ustedes, os envió muchos besos, desde la amistad que nos une por este medio.

   —María: Siempre es un placer coincidir con vos, amigo.

   —Amor de madre: Cuídate amigo y una vez más, gracias por compartir tus experiencias, besos para ti también. Adiós, hasta otro ratito.

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